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Gracias y perdón por mi error.

lunes, 30 de abril de 2012

NO SIRVO

No quieres tomar aire
toma cuanto quieras.
Yo esperaré en esta esquina
quieto, sin mover un párpado,
cansado de la rutina de la palabra
a veces tan nefasta,
con la fatiga en los ojos
harto de ver estrellas solitarias.

Solitarias, ¿y es posible?
¿Será verdad el llanto?
En la esquina la quietud inútil,
en el alma el desasosiego fatuo.
Yo no sirvo para velar las estrellas,
hasta mi silencio es impetuoso,
mi lamento, un grito en la noche.

No, no sirvo
y con todo me amonesto.
No sabré conjugar tu verbo,
ni entender las palabras
menos, sin duda, los silencios.
Interpretaré mal,
seré obtuso,
y no puedo, lo sé,
no sirvo para ver estrellas
con nubes de tormenta.



                                            Poemario: "Libro de Sal" de Juan E. Liébana Cazalla
                                            Poema: No sirvo


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domingo, 22 de abril de 2012

LA SOMBRA TURBADORA

“En el engaño me temo
de la locura me espanto
de la sombra me aparto
en las voces me oculto.”


La locura, esa diadema de oscuridad,
a veces me confunde, otras
me lastima con su voz;
no lo niegan, no lo cubran,
¡existen tantas voces en una!,
se levanta intempestiva,
incluso maliciosa,
maltratando al que no soy,
confundiendo lo que fui.

Si no es locura, será engaño,
ese látigo enfermizo,
siempre me quema esa pena
que se oculta en el silencio vacío
de la mentira,
ella insondable, ella insaciable,
apenas legitima,
torpe para el entendimiento,
necia para el sentimiento,
velada en los mudos silencios.


Entre ambas,
a caballo y muy juntas,
la sombra turbadora.
Recia la espera de su mandato.
Poseer tu sombra es como amarrar
el lado oscuro de uno mismo.
Purgar las voces que son una
y a la vez son muchas,
y así muñir tu esencia en la penumbra
para que nunca más me consuma.


                                            Poemario: "Libro de Sal" de Juan E. Liébana Cazalla
                                            Poema: La sombra turbadora


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domingo, 15 de abril de 2012

AHORA

Ahora,
que te miro,
casi sorprendido,
no te veo.
¡Qué fue de ti!,
de tu sonrisa fresca,
casi franca,
como el manantial blanco
donde jure:
las nubes y sus formas,
la luna adormecida,
y la tierra toda para ti.


Ahora,
que te miro,
casi perplejo,
no te veo.
¡Qué fue de las alondras!,
tal vez nunca existieron,
quizá algo más alumbrado por la fantasía,
esa gran embustera,
la farsa enfermiza donde se adormece tu mirada,
ungida de falsas expectativas,
tentadora,
poseída por el recuerdo, siempre amargo,
de un tiempo anterior
donde el mundo era luz
y no un trágico fraude.


Ahora,
que te miro,
casi cano,
no te veo.
¡Qué fue de ti!,
de tu palabra,
de ese verso fogoso,
del aliento primaveral
que todo lo inundaba,
esplendoroso lo ocupaba
y me acogía,
casi silencioso,
en tu pecho y en tus manos
y ahora,
ya casi transparente,
te miro y no te veo.

                                            Poemario: "Libro de Sal" de Juan E. Liébana Cazalla
                                            Poema: Ahora

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sábado, 7 de abril de 2012

NO ME BUSQUÉIS

No me busquéis pues no me encontraréis,
me ocultaré en los profundos mares,
más allá del agua y de la piedra,
más allá de los peces y las plantas,
yaceré oculto entre la arena milenaria
y pasaré mis días de naufragio,
sin más sueño que los sueños lejanos,
sin más aliento que el torno desandado.

No me busquéis, jamás me encontraréis,
seré nécora o hasta babosa si es preciso,
me arrastraré hasta los desfiladeros
para caer volátil en las grietas abisales
y sucumbiré allí donde la luz no llega,
allí donde la maldad no alcanza ni daña.



No me busquéis, amigos, os digo
que estaré para siempre allí perdido.

                                            Poemario: "Libro de Sal" de Juan E. Liébana Cazalla
                                            Poema: No me busquéis


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domingo, 1 de abril de 2012

LA VOZ

Algunas veces en secreto
se lo comulgo a mi sombra
que ni de ella me fío
siendo algo tan mío:

“La mujer del culo redondo y frío
está en la afilada esquina aguardando.

Ella poderosa, siempre me mira
con la ruda pose y la voz cambiada.

Un gesto suyo es un taimado alivio
que a veces solo oculta una mentira.

Desabrida, en sus ojos raspa el viento
huracanes de mirada violenta.

Esperando en la mustia esquina está
la mujer del culo redondo y prieto.


Sublimemente altiva, siempre negra
como el alma sucia que la sustenta.”



                                            Poemario: "Libro de Sal" de Juan E. Liébana Cazalla
                                            Poema: La Voz


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