he fraguado la luz de mi alegría
como quien crea una sonrisa etérea
en un noble crisol de sueños rotos
u obra un huerto de risa virginal
con simples azadas de simpatía.
Junto a un gigante rojo
mi negro humor de perros,
mi triste sombra negra,
los oscuros reflejos
para con un suspiro regresarlos
alegres, suaves, blancos.
En un gigante rojo
podré traerme eterno.
Regresar como cúspide:
atento, hábil, experto
en el difícil arte de los trueques
y ser peregrino de lo auténtico.
03-08-2014