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lunes, 30 de mayo de 2016

Bajo la luz tenue...



Bajo la luz tenue del gélido invierno
cuando las formas parecen dormidas, lejanas,
como alado jirón de nube deshilvanado,
el escriba del alma me trae tu recuerdo:
tu boca, mi pétalo;
tus ojos, flor de almendro;
tu pelo, rayos de luna.

Me trae tu voz soñada,
en mil olas plateadas.
Me acerca los anocheceres añiles
de profundos horizontes.

Sólo entonces,
cuando el invierno es nata,
y la pena un velo de luz opaca,
evoca la memoria tu sonrisa clara,
tan tuya,
tú,
mi primavera,
mi luz.

Del poemario: Libro de las Sensaciones 
ATARDECÍA EN EL MAR

(Siguiendo con los poemas que escribí cuando tenía catorce años, éste también me ha gustado un poco al leerlo. Lo pongo por su valor sentimental, no por otra cosa).


Atardecía en el mar
y el sol caía en el agua,
sus plateadas olas
en la orilla terminaban.


El agua corría suave
hasta la playa cercana,
y las gentes
las acariciaban.

Allá en el horizonte
las barquillas navegaban,
y los pescadores
sus redes al agua tiraban.

La fina arena
estaba muy dorada,
y los últimos bañistas
ya se marchaban.

Llegó la noche al mar
y las barquillas allí continuaban,
con la luz pequeñita
en las inconmensurables aguas.


El faro abrió sus puertas
a todos los pescadores,
su luz se extendía
hasta donde los ojos no llegaban
y los barcos seguían
navegando en las aguas.


                                         Julio de 1973


Dos lunas

Cómo saldré de este desfiladero de atroces enormidades.
Dos negras lunas cercan mi reflejo
como dos líneas rectas,
sendero de tristeza,
valle de nostalgias y recuerdos.
Aquí solo me dejaron tus labios
sin más alimento que el aliento del dolor,
con la rabia de la oscuridad,
el ciego quebranto.
Dos negras lunas oscurecen mi llanto.
¡Me bastara con una!, mas tropecé
con tus ojos
y fueron insensatos.
Alocado desatino es aceptar lo inhumano.
Dos veces me llevaste de la mano.
Dos lunas,
ahora,
yo solo, sin tus labios.

Del poemario: Libro de las Sensaciones