La golondrina
Entre acequias y adormideras,
arboledas frondosas y pícaras enredaderas,
vino la golondrina y no bebió
del borboteo cristalino del manantial,
que bebió del cuenco de mis manos entumecidas.
Con asombro, sus pepitas negras me miraron
dio un salto y voló suspendida en el aire
a un palmo del sendero polvoriento
que sus poderosas alas removía.
deslízate entre las sombras débiles de la tarde
con tu grácil figura sobre el viento cálido,
en vilo, pendida, sobre un trozo de primavera.
Así embelesa tu desnudez mi recuerdo
aletargado por el cansancio soporífero
de tus vuelos en las veredas veraniegas.
20-05-2014
Poemario: Libro de las Sensaciones