EL CASTIGO DE LAS HADAS
Apuntalad con brío de la muralla sus debilidades,
el aceite hirviendo lama furioso la piedra,
no abráis las hermosas puertas a las hadas,
no cedáis a sus encantos malevolentes,
ni os dejéis envolver de su astucia suprema,
en ningún caso selléis vuestros labios con sus labios,
ni crucéis una esquiva mirada de compasión
o seréis pacto de sus llamas, prisioneros de su mal.
Las hadas conocen los huecos y oquedades,
de la hendidura de las rocas las grietas quebradas,
de la poblada espesura todas sus gentes,
de la poblada espesura todas sus gentes,
atentas en las arboledas a la voz extrema
alejaos de sus cantos, de sus fétidos resabios,
o tendréis, desdichados, un lugar de pasión
en las encantadas grutas del mar de sal,
allí donde yazgo, siempre, umbrío de soledad.
Poemario: "Libro de Sal" de Juan E. Liébana Cazalla
Poema: El castigo de las hadas
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Poemario: "Libro de Sal" de Juan E. Liébana Cazalla
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